miércoles, 6 de julio de 2011

La octava maravilla del mundo: el continente de la basura






Hace muy poco saltaron todas las alarmas: la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición recomendaba a las mujeres embarazadas y a niños de hasta tres años no consumir pez espada o atún rojo. La Agencia, dependiente del Ministerio de Sanidad, considera que estas especies están contaminadas por mercurio.









El sector pesquero se ha echado las manos a la cabeza, e incluso ha amenazado con demandar al Ministerio por el perjuicio económico que les pudiera causar la noticia. Y, sin embargo, este problema viene de lejos: en 2008 la Agencia publicó una nota de prensa en la que se recomendaba un consumo moderado de mercurio. Y mucho antes, en el 2003, la Agencia de Protección Ambiental Norteamericana ya había emitido una alarma al respecto: los peces, y muy especialmente los peces grandes, están todos contaminados. La Agencia Catalana de Seguridad alimentaria publicó un estudio en los mismos términos el año 2007.

¿De dónde procede el mercurio? Parte procede de fuentes naturales, como las erupciones volcánicas; pero el ser humano libera 50.000 toneladas al año. Han sido muchas baterías, pilas, lámparas fluorescentes…

El cuerpo humano no puede eliminar el mercurio, como no puede eliminar el plomo, otro contaminante. Y con la cantidad que ya hemos introducido en la cadena trófica, la contaminación y sus efectos en la biomasa es ya irreparable. No se puede dar marcha atrás.

Contaminar el mar es destrozar nuestro futuro. La humanidad tiene en los océanos su fuente más importante de alimento para los próximos siglos. ¿Acaso creen que vamos a tener tierra fértil, “humus”, para alimentar a decenas de miles de millones de personas?




Acérquese a cualquier tienda y compruebe el precio del abono. Las bolitas azules con las que fertilizamos una tierra agotada y sin nutrientes son extremadamente caras. Una bolsa cuesta alrededor de 20€. Puedo fertilizar mis geranios y el césped, pero no podría fertilizar hectáreas de terreno para dar de comer a un grupo humano.

¿Por qué es el abono tan caro? Porque para conseguir transformar el nitrógeno del aire en abono hace falta emplear una gran cantidad de energía, que obtenemos por la quema de combustibles fósiles, lo cual cuesta dinero. Pero, además, si queremos más abono, tenemos que quemar más petróleo y carbón, lo cual contamina la atmósfera; por último, el abuso de los fertilizantes está causando la contaminación de las aguas por nitratos. Tanto es así que se está intentando reducir si uso. Pero ¿qué alternativa hay?

¿Quiere que sea franco? Ninguna. ¿Sabía usted muchas de las cosas que cuento?

Es difícil entender la importancia que tiene el ecosistema oceánico en todo el planeta. Por ejemplo: el oxígeno que usted respira en este preciso momento no procede mayoritariamente de los bosques; procede de la fotosíntesis que realiza el fitoplancton y las algas azules. Respiramos gracias al océano. La temperatura que tenemos depende, fundamentalmente, de las corrientes oceánicas. ¿Cómo se explica que Madrid, que se encuentra en el mismo paralelo que Nueva York, y a 700 metros de altitud, con un clima continental, disfrute de unos inviernos mucho menos fríos que la Gran Manzana? Apenas si nieva en la capital de España.


De nuevo el océano, las corrientes marinas, son la respuesta.


Y ahora, después de todo lo dicho, les presento la octavaa maravilla del mundo: el continente hecho por la mano humana.



El continente de la basura. El hogar del plástico.







Los humanos tenemos en los océanos nuestro principal estercolero. Total, es tan grande que todo lo soporta. Y, sin embargo, están empezando a suceder cosas curiosas.

Que no podamos comer pescado porque está contaminado es, cómo decirlo, ¿preocupante? Pero hay más.

Los siete millones de toneladas de basura que tiramos al mar por año no se descomponen fácilmente; muy especialmente los plásticos. Las corrientes marinas los están agrupando en asquerosas islas artificiales. La más importante – que sepamos - se encuentra en el noreste del Océano Pacífico, a unos 1.500 kilómetros de San Francisco. Fue descubierta por casualidad ¡en 1997! Se encuentra en un lugar poco transitado, la Espiral del Pacífico Norte, un lugar con poco viento, con un agua baja en nutrientes y sin apenas pesca, en donde el agua, atrapada bajo un área de bajas presiones permanente, gira con lentitud en el sentido de las agujas del reloj.

Un catamarán, el “Alguita”, que regresaba a California después de participar en una regata en Hawai, se adentró en esa ruta poco transitada porque estaba escaso de combustible. El 13 de agosto, Charles Moore y sus 5 tripulantes vieron una hilera de bolsas de plástico; y después redes, señales de tráfico, juguetes, recipientes, bombillas, cepillos de dientes… El mar era una enorme masa de porquería.







El tamaño de este continente de inmundicia, de esta sopa de basura, es enorme: tres veces el tamaño de España. Es más grande que Colombia. Y sigue creciendo. Ya acumula más de 100 millones de toneladas de basura. El mar no puede degradar el plástico; tarda siglos en descomponerse. Pero con el tiempo sí lo trocea hasta que alcanza el tamaño de un grano de arroz, o incluso menos. Y entonces es cuando nuestra isla de basura se convierte en una isla de muerte.

Los peces y otros organismos acuáticos, como las medusas, ingieren estas diminutas partículas de plástico, cuyas sustancias químicas contaminan sus tejidos. Luego el pez grande se come al chico, y ya tenemos a nuestra bolsa de basura formando parte de la cadena alimenticia. Hasta que llega a nuestra mesa. El material que desechamos hace 20 años vuelve en forma de toxinas.

El planeta es inmisericorde: nos devuelve el daño causado.




¿Datos? El 95% de las aves que pueblan el Mar del Norte tienen plástico en su organismo. ¿Y saben cuál es uno de los contaminantes más importantes en el Mediterráneo? Según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los filtros y cajetillas de tabaco representan el 50% de la basura. El tabaco nos mata en tierra y ensucia los mares. Resulta asqueroso.

Un mediterráneo lleno de colillas de tabaco.



Voy a terminar.


Les presento otra maravilla hecha por el hombre.








Bonito, ¿no es cierto?

Se trata de un río situado en la isla de Java, el “Citarum”. El progreso industrial en la zona ha provocado que más de 500 fábricas, la mayoría fabricantes de ropa para grandes cadenas occidentales, contaminen el río con productos químicos y porquería. La ropa que usted viste a buen precio ha hecho esto.






Los habitantes del lugar ya no pescan. Lo que hacen es rebuscar entre la basura. La mayoría enferman al estar expuestos a los contaminantes.

Literalmente no se ve el agua, tapada por todo tipo de desechos.







Es un paisaje típicamente humano.



Antonio Carrillo

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