lunes, 22 de agosto de 2011

De la guerra de Líjar contra Francia, y de 2 gallegos contra un portaaviones




Lijar, lugar cuyos petroglifos nos hablan de antigüedad, rica en metales y mármol, generosa en frutos de la tierra, fue también pujante industria de telas finas, como el lino y la seda. Se encuentra ubicada tan recia Villa en el centro de la provincia de Almería, (sur de España), en el curso medio del río Almanzora, falda norte de la Sierra de los Filabres, a 600 metros de altitud sobre el nivel del mar.

Lugar de hombres rudos pero nobles, y de mujeres bravas, no se anda con chiquitas ni perdona fácilmente ofensas.

Por ello, el 14 de octubre de 1883, declaró formalmente la guerra a Francia.

Los hechos fueron los siguientes: el monarca español Alfonso XII, de visita por Prusia, cometió la indiscreción de vestir el grado y uniforme de coronel de los Hulanos, regimiento que estaba de guarnición en Estrasburgo, ciudad arrebatada a los franceses por Alemania. Esto sentó a cuerno quemado en Francia, y en su inmediata visita a París un gentío de "masones" (en opinión del historiador De la Cierva) le abucheó, gritó e insultó gravemente. El rey, sin embargo, le echó coraje al asunto, y salió airoso de la situación yéndose a pasear por los bulevares con la única compañía y escolta del jefe de su Cuarto Militar. Ante semejante gesto de gallardía, París se calmó y el presidente de la República se disculpó. La posterior llegada a Madrid del héroe resultó, huelga decirlo, apoteósica.

A los Lijareños, sin embargo, el asunto les pareció que tenía la enjundia suficiente como para no dejarlo pasar sin la debida respuesta, y es en esto que, reunidos en sala capitular y sesión ordinaria el 14 de octubre de 1883 los responsables del municipio, bajo la presencia del Sr. Alcalde D. Miguel García Saez, tuvo noticias de que "al pasar por la Ciudad de París, el Rey D. Alfonso, de regreso de su viaje el día veinte y nueve de septiembre último, fue insultado, ¿apedreado? y cobardemente ofendido por turbas miserables, pertenecientes a la Nación Francesa".

Lo de "turbas miserables" no presagia nada bueno; y, en efecto a continuación se les va calentando la pluma, y afirman que "el más insignificante Pueblo de la Sierra de los Filabres debe de protestar en contra de semejante atentado, y hacer presente, recordar y publicar, que solamente una mujer vieja y achacosa, pero hija de España, degolló por si sola treinta franceses que se albergaron, cuando la invasión del año ocho en su casa. Que este ejemplo solo es muy bastante para que sepan los habitantes del Territorio Frances que el pueblo de Líjar, que se compone únicamente de trescientos vecinos y seiscientos hombres útiles, está dispuesto a declararle guerra a toda la Francia, computando por cada diez mil franceses un habitante de esta villa ".




Yo soy francés y, por de pronto, no piso Líjar; y más sabiendo que "España ostenta en su escudo, la insignia de más valor que puede ostentar la primera nación del Mundo. Tiene en ella nada menos que un León. Cuenta la Historia Española, un Sagunto, un San marcial, Bailén, Zaragoza, Otumba, Lepanto y un Pavía, que ninguna Historia de las que se conocen hasta el día puede presentar ejemplos tan terribles".

Posteriormente echan mano de historia: "Que un Carlos Primero de España, supo hacer prisionero a un Rey Francés, y cuando lo guardaba en Castilla, con cuantas consideraciones se albergan únicamente en pechos Españoles, supo él solo atravesar la Francia, aterrorizando con su figura el Mundo. Que también hubo un Felipe Segundo, que en su reinado supo abarcar de uno a otro confín de la Tierra y que ahora, cuando el Pueblo de España, no cuenta ni con un Gonzalo de Córdoba, ni con un D. Juan Chacón, ni con un Conde de Gabia, ni un Dureña Ponce, hay todavía vergüenza y valor para hacer desaparecer del mapa de los Continentes a la Cobarde Nación Francesa".

De las múltiples palizas que nos han dado los franceses a lo largo de la historia no se hace mención, que nunca es de gusto recordar las derrotas propias. A continuación, se hace solemne la declaración de guerra: "El Ayuntamiento tomando en consideración lo expuesto por el Alcalde, acuerda unánimemente declararle Guerra a la Nación Francesa, dirigiendo comunicado en forma debida directamente al Presidente de la República Francesa, anunciando previamente al Gobierno de España esta Resolución".

En todo conflicto bélico es usual analizar las fuerzas que están en disputa. En este caso, tenemos a Francia, que cuenta con 779.450 soldados, constituyendo así el ejército más grande de la Unión Europea, con el 3º gasto militar más elevado del mundo; ostentando además el dudoso honor de ser la 3ª fuerza nuclear militar más grande del planeta, sólo por detrás de Estados Unidos y Rusia.

Dispone, por ejemplo, del buque Charles de Gaulle (R 91), un portaaviones nuclear con una eslora de 260 metros, 64 metros de manga y 2.000 tripulantes. 5 veces la población de Líjar.

Pero vamos, esto a Líjar le traía al fresco, porque no tienen mar.

Por el otro lado, nuestro valiente pueblo contaba con unos 500 mozos, los apareos propios de las labores agrícolas (azadas, hachas, horcas o palas) y alguna escopeta de caza debidamente registrada.

Por fortuna para Francia, no se produjo ningún altercado del que tengamos constancia, y así llegamos a las doce horas del día 30 de Octubre de 1983:

"Reunidos en la plaza pública de esta villa, por una parte los representantes de la Nación Francesa, en las personas del cónsul y vicecónsul de Málaga y Almería, y por otra la Corporación Municipal del Ayuntamiento de Líjar, presidido por su Alcalde D. Diego Sánchez Cortés, siendo testigos de excepción autoridades civiles y militares de la provincia.

Se acuerda firmar la Paz entre Líjar y Francia, tras cien años de guerra incruenta, declarada por este Ayuntamiento el catorce de Octubre de mil ochocientos ochenta y tres. Y para dejar constancia firman de una parte los representantes del Estado Francés, y de la otra la Corporación Municipal del Ayuntamiento de Líjar, firmando como testigos de excepción autoridades civiles y militares de la provincia y toda la población de Líjar, de lo que yo la secretaria certifico".



Si hubo un lugar en el que el fin de las hostilidades causó gran alivio fue, sin duda, en el pueblo de Llivia. ¿Por qué? Porque está rodeado de territorio Francés. Está dentro de Francia.

¿No lo sabía?


Merced al Tratado de los Pirineos, España cedió a Francia los treinta y tres pueblos de las comarcas catalanas del Vallespir, el Capcir, el Conflent, el Rosellón y la Alta Cerdaña. Sin embargo, Llivia quedó fuera de este tratado por tratarse de una villa, privilegio concedido por el Emperador Carlos V, por lo que continuó bajo dominio del Rey de España. Este punto quedó claro en el posterior tratado de Llivia, firmado el 12 de noviembre de 1660, entre Miquel de Salbà i de Vallgornera, representante de Felipe IV, y el obispo de Orange, en representación de Luis XIV, por el cual se detallaron los 33 pueblos del valle de Querol que pasaban a formar parte de Francia. A última hora permaneció Llívia como un enclave español dentro de territorio francés por tener el título de villa y no de pueblo.




Ahora bien, los franceses no las debían tener todas consigo, pues impusieron una codición: que Llivia nunca fuese fortificado. No fueran a iniciar una reconquista catalana/española desde dentro.

Durante la Guerra Civil, Llivia se mantuvo fiel a la República, hasta que el 11 de febrero de 1939 los franquistas pidieron a las autoridades francesas permiso para ocupar la villa, debido a que para acceder a ella hay que pisar necesariamente suelo galo. Por supuesto, al entrar no encontraron resistencia.

En la actualidad, Llivia tiene 1.608 habitantes, y una preciosa farmacia medieval.


Termino esta historia de conflictos y anécdotas, y lo hago de la mejor manera posible: con humor.

En el año 2004 George Bush declaró muy ufano lo siguiente: "nuestros enemigos son innovadores y tienen recursos, y nosotros también. No dejan de pensar nunca en nuevas maneras de hacer daño a nuestro país y a nuestra gente, y nosotros tampoco".

Algo así da que pensar la siguiente grabación de la frecuencia de radio, canal 16 de Emergencia Marítima Española en la costa de Finisterre. Se trata de nuevo de un conflicto; esta vez entre la sexta flota de los EEUU, por un lado, y dos gallegos y un canario, por otro.




¿Que no se lo creen? Hacen bien. Yo tampoco.

Pero, díganme; ¿no se han reído?


Antonio Carrillo

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